El gran secreto es escribir tus objetivos. Cuando están en tu cabeza, no están tan desarrollados como crees. Son nebulosos. No se pueden evaluar, compartir con otros o trabajar en ellos.
El proceso de escribirlas te obliga a concretarlas. También es mucho más fácil priorizar una lista que está escrita.
Los objetivos escritos pueden compartirse con otras personas. Si tienes una pareja, puedes compartir tus objetivos con ella y discutirlos. Olvidamos que nuestros seres queridos no leen la mente. Al compartir nuestros objetivos, recibimos apoyo y una comprobación de la realidad. Es más probable que alcancemos un objetivo si se lo hemos contado a otros. Hay algo en el hecho de contarle a alguien nuestros objetivos que nos motiva a actuar en consecuencia.
Es fácil escribir accidentalmente objetivos vagos. Puedes hacer que un objetivo sea mucho más concreto respondiendo a estas preguntas en cada declaración de objetivos:
Todo el mundo se olvida del cuándo. Es fácil no empezar nunca si no se fija una fecha límite. En la apertura del capítulo, tuve cuidado de incluir un plazo específico para cada objetivo.
También es importante que los objetivos sean medibles. Los objetivos de la apertura del capítulo eran, en su mayoría, cuantificables. “Vivir cómodamente” podría ser más específico: una renta de jubilación del 70% de mis ingresos actuales. Aprender “más” sobre el núcleo de Linux no es medible. Puedo arreglar eso añadiendo un hito a conseguir, como escribir un simple controlador de dispositivo.
Hay otras personas a las que puedes consultar a la hora de establecer objetivos. Tu familia, tus líderes religiosos, tu jefe, tus vecinos, tus amigos cercanos, etc. Cada persona que lee este libro tiene una lista diferente de a quién considera apropiado consultar. ¿Quién está en tu lista?
Como preparación para escribir tus objetivos, tómate un momento para pensar en tus valores. ¿Cuál es tu misión personal? ¿Cree que debe ayudar a los demás o dejar que los demás se ayuden a sí mismos? ¿Quieres ser rico o feliz (o se pueden conseguir ambas cosas)? ¿Valoras la independencia o la cooperación? ¿Valora la comunidad o el interés propio?
Tus valores en la vida laboral y en la vida familiar pueden ser diferentes. En casa, puede ser el padre o la madre que nutre, que quiere a todos sus hijos por igual y que les ayuda a tener éxito. En el trabajo, las cosas pueden ser más competitivas u orientadas a los roles.